Como docente del siglo XXI deberías estar dispuesto a interpretar varios papeles.
El típico papel del profesor experto o del transmisor de contenido es cosa del siglo pasado. Hoy en día tus estudiantes van a pedirte más.
Marc Prensky (@marcprensky) en su obra Enseñar a nativos digitales nos ofrece un total de 3 papeles principales y 5 secundarios que deberías alternar y equilibrar.
El objetivo es no dejar ningún espacio vacío en el proceso de aprendizaje de tus alumnos para que alcancen el máximo de su potencial.
Los tres papeles principales del docente del siglo XXI
La enseñanza del siglo XXI te obliga a que protagonices estos tres papeles.
No al mismo tiempo, pero sí alternándolos y equilibrándolos según las necesidades de tus estudiantes.
El entrenador
El objetivo de todo entrenador es hacer mejor a la persona a la que entrena.
Un entrenador es alguien capaz de motivar a sus jugadores a que trabajen cada día y saquen lo mejor en cada partido.
Ahora bien, no me refiero a que te conviertas en el típico entrenador de fútbol o baloncesto, sino más bien en uno de tenis o de boxeo.
La gran diferencia entre estos dos tipos de entrenadores es que los últimos se centran en el individuo. Idea que es clave en el docente del siglo XXI.
Son motivadores, retroalimentan y se comunican a través de los intereses de los estudiantes
En el mundo de la docencia, esto significa que el docente del siglo XXI es alguien capaz de motivar no a través de la instrucción y la explicación teórica, sino a través de la retroalimentación y de sus intereses.
Ayuda a sus alumnos a encontrar su pasión y habla a través de ella.
El guía
Mientras el entrenador activa la motivación en el estudiante, el guía ayuda a que el estudiante motivado se mueva.
Cuando alguien quiere adentrarse en la jungla, nadie le obliga a meterse allí: lo hace porque él o ella quiere, porque está motivado por hacerlo.
Al haber encaminado su aprendizaje hacia sus intereses y pasiones, tus estudiantes ya tienen la motivación necesaria para emprender el viaje. Ahora solo falta encontrar a alguien que les ayude y guíe en ese viaje.
El experto en instrucción
Este es el bagaje que nos ha dejado el docente del siglo XX. Todos conocemos las habilidades tradicionales del profesor.
Sin embargo, el docente del siglo XXI necesita tomar este papel basado en el conocimiento y unirle nuevos ingredientes: creatividad e imaginación.
Deberías empezar implementar un tipo de pedagogía en la que no contases ni explicases, sino enseñases.
Para serte más exacto, el experto en instrucción, además de equilibrarse con los dos papeles anteriores, debe interpretar otros papeles secundarios.
El diseñador
Los estudiantes están esperando a que les traigas algo nuevo casi en cada clase.
Ponte el traje de diseñador y repítete a ti mismo: soy creativo, soy creativo, soy creativo.
La idea es que te empieces a ver como un profesor de arte que enseña a sus alumnos con poca instrucción teórica y muuuuucha práctica creativa.
Y sí, esto también incluye llevar al aula actividades creativas y sorprender a cada instante.
El fijador de contexto
No expliques nada que no esté contextualizado.
Si llevas a clase un artículo sobre los restaurantes más famosos del 2017 para presentar una estructura gramatical determinada, contextualiza previamente con el mundo de la cocina.
Es importantísimo que lleves el material y el contenido a la realidad cercana del estudiante. El estudiante tiene que percibir que aquello que aprende es relevante y real.
El interrogador
Otra idea para que enseñes sin contar: haz preguntas. Preguntas buenas que hagan pensar y reflexionar.
Si quieres convíertete en un interrogador socrático.
Nada de preguntas cuya respuesta sea cerrada y olvídate de pedir la respuesta con la técnica levantar la mano. Sólo harás que respondan unos cuantos estudiantes con respuestas cuyo resultado ha sido la memorización previa.
El proveedor de rigor
El rigor se refiere a marcar un nivel mínimo por debajo del cual el examen/proyecto/trabajo del estudiante no es aceptable.
Tu tarea como docente del siglo XXI es ayudar a acercar al estudiante al rigor mínimo con la repetición y la revisión de sus trabajos.
El estudiante debe ser capaz de aprender a valorar su propio trabajo y a saber si está por debajo de ese rigor y cómo alcanzarlo.
El garante de calidad
Mientras el rigor es la línea que separa lo aceptable de lo no aceptable, la calidad es el máximo potencial de tu estudiante.
Como docente del siglo XXI, debes evaluar y criticar el trabajo del alumno para permitirle alcanzar la mejor calidad posible.
Evaluar uno por uno una clase de 40 estudiantes puede resultar exhausto, así que innova y permite nuevas formas de evaluación motivadoras y que te regalen tiempo.
La coevaluación entre iguales es una forma fantástica de evaluación.
Además, hoy en día la tecnología (por ejemplo, publicar un artículo en un blog y permitir que sus compañeros lo evalúen) es una herramienta que permite evaluar la calidad de cualquier trabajo.
¿Añadimos algún papel más?
Deja una respuesta